Mostrando entradas con la etiqueta Daniel Higgs. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Daniel Higgs. Mostrar todas las entradas

domingo, 23 de junio de 2013

Daniel Higgs, The Godward Way


(Latitudes, 2013)

Cualquier cosa que hace este hombre es una experiencia extraña e intensa, un resonar de vibraciones de un mundo no cotidiano que subyace a este de apariencias y emerge en cuanto suena su voz y sus dedos hacen bailar las notas, de su campo energético a tu campo energético. O eso, o estoy tan pillado ya por su sonido, es tan clara la conexión, que mi capacidad de valorar, comparar y analizar se desconecta y todo me parece simplemente perfecto; seguramente hay que dar gracias por eso. Este disco es 23 minutos y pico de la magia de Daniel Higgs. Sí, hemos oído antes esas melodías, esas progresiones, o, para no engañarnos, digamos que otras parecidas; pero cada grabación en directo de este músico-chamán es un acto de creación sobre la marcha, de composición improvisada sobre motivos anteriores, como la Creación con mayúscula, que no nos queda otra que contemplar (¡oh, sinestesia!) y sentir con reverencia, en silencio, disfrutando la revelación de la verdad a través del sonido de su virtuoso divagar de cielo en cielo: ¡todo es nuevo! 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Daniel Higgs, The Measure of Mystery


(Gnome Life, 2012)

Escucho a Daniel Higgs con una especie de fascinación, nacida el día que fui bañado por las ondas de energía que su fusión con el banjo y todo su ser irradiaba. Uno de los conciertos más impresionantes que he vivido, verdaderamente psicodélico. Por eso, el trovar desnudo y directo que esta grabación transmite revive el recuerdo y casi una especie de devoción, sobre todo por la versión de la increíble "Return", incluso por el largo poema recitado "Say God", las palabras inspiradas de un genio, no sé si un místico, pero por cierto un poeta abierto a las dimensiones misteriosas de la conciencia cósmica.

*

I listen to Daniel Higgs with a sort of fascination which was born in the day I was bathed by the energy waves that his fusion with banjo, his whole being, radiated. One of the most amazing concerts I've ever lived, truly psychedelic. Therefore, the direct and naked trobadour music that this recording transmits revives the memory and almost a kind of devotion, mainly because of the version of the awesome "Return", even by the long spoken poem "Say God", the inspired words of a genious, do not know if a mystic, but certainly a poet open to the mysterious dimensions of cosmic consciousness.

[listen to "return" / buy]

lunes, 2 de abril de 2012

Daniel Higgs en Arrebato

Genio descendido a la tierra

Zaragoza, sala Arrebato, domingo 1 de abril de 2012.

En el escenario, un tío que, por un lado, llama la atención, y por otro parece alguien que te podrías encontrar en la calle, familiar y extraño al mismo tiempo. Larga barba gris, tatuajes en las manos y en el cuello, vestido como a medio camino entre estar por casa con amigos en alguna fiesta peligrosa pero en familia, y entre andar de trovador de feria medieval cutre pero entrañable.

Empieza a tocar el banjo y lo que me asombra no es sólo su apabullante dominio del instrumento, no, es que parece que se hace uno con él, que juega con él como si fuera un amigo o un ser vivo querido, exigiéndole a veces y otras aceptando que no da más de sí en ese momento, y me pregunto con quién habla, si con el instrumento o con su musa invisible o consigo mismo, porque los gestos de su cara son de conversación amigable, como que ahora hace maravillas dejándose llevar por vientos astrales que nadie más ve en la sala, y después, de regreso a la tierra, busca el hilo y sonríe risueño y acepta, tranquilamente, que ya ha pasado el momento, y sigue jugando con el banjo, ya llegará otra vez el espíritu. Y llega.

Despidiendo energía luminosa en pleno delirio

Y canta con su voz potente, y marca el ritmo con los pies, a veces bailarines, como un niño feliz con su juguete, ajeno a todo lo demás, y se entrega a la música que fluye a su través despreocupadamente y como en un alucinar permanente en sustrato, haciéndonos alucinar a los demás, como por resonancia, cuando la emoción sale en ondas tímbricas de su boca poseída. El color es un número, sinestesia, oh, sinestesia, sinestesia. A veces toca canciones reconocibles, bromea sobre la reproducción fiel y precisa a la que obviamente no se esclaviza, sino que improvisa libremente, sin temor a perderse, y aunque se pierda, en seguida encuentra otra senda, y sigue. Encarnando varias culturas, sin vergüenza y sin despeinarse, en una persona, Oriente y medioevo y blues y rock and roll, todo vibrante en su folk simple y desnudo de tío sentado tocando el banjo. Psicodélico en su canalizar energías pero extrañamente comedido, entregándose y volando con los ojos cerrados, lisérgico pero manteniendo el control, como un buen músico que sabe jugar y dejarse llevar sin desvariar, transmitiendo ese salirse de madre momentáneo, excéntrico en esos gestos repentinos con las manos, como manipulando algo invisible en el aire, haciéndose con las sonrisas y risas del público como artista callejero, y al momento sus dedos tatuados haciendo maravillas con las cuerdas, y él como en trance pero con los pies en la tierra.

Al final la gente aplaude, y él se pone a aplaudir a la gente y hace crecer la cosa poniéndole más ganas que el público, y la cosa acaba con gritos en plan eufórico y descontrolado por las dos partes y risas, y me quedo no sabiendo si el tío simplemente tiene sentido del humor o está situado en un nivel psíquico especial y peligroso o qué pasa. Un concierto corto pero intenso y alucinante, un disfrute. Gracias a Bombo y Platillo, y espero que sigan poniendo la mirada en músicos tan interesantes, y trayéndonoslos por mucho tiempo a Zaragoza, este espacio desolado en el que casi no me puedo creer que haya visto en directo a Daniel Higgs.

Blues, sinestesia y amor


[gracias lorena por las fotos 1 y 2]