(Latitudes, 2013)
Cualquier cosa que hace este hombre es una experiencia extraña e intensa, un resonar de vibraciones de un mundo no cotidiano que subyace a este de apariencias y emerge en cuanto suena su voz y sus dedos hacen bailar las notas, de su campo energético a tu campo energético. O eso, o estoy tan pillado ya por su sonido, es tan clara la conexión, que mi capacidad de valorar, comparar y analizar se desconecta y todo me parece simplemente perfecto; seguramente hay que dar gracias por eso. Este disco es 23 minutos y pico de la magia de Daniel Higgs. Sí, hemos oído antes esas melodías, esas progresiones, o, para no engañarnos, digamos que otras parecidas; pero cada grabación en directo de este músico-chamán es un acto de creación sobre la marcha, de composición improvisada sobre motivos anteriores, como la Creación con mayúscula, que no nos queda otra que contemplar (¡oh, sinestesia!) y sentir con reverencia, en silencio, disfrutando la revelación de la verdad a través del sonido de su virtuoso divagar de cielo en cielo: ¡todo es nuevo!
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