sábado, 12 de mayo de 2012

Phaedra en Centro Joaquín Roncal


Zaragoza, Centro Joaquín Roncal, jueves 19 de abril de 2012.

Energía y amor en el ambiente. Esa es la impresión, en pocas palabras, que me llevé de la estancia de Phaedra en Zaragoza. Habiendo disfrutado y madurado desde el año pasado un disco tan bonito como The Sea, el concierto prometía ser intenso y memorable, y lo fue de un modo encantador y sorprendente, dejando atrás cualquier expectativa. La magia surgía del escenario y llenaba la sala, uniendo a artistas y oyentes en el fluir de misteriosas energías canalizadas en canciones. Las manos de Ingvild jugaban con su guitarra, un teclado y un instrumento maravilloso que, según me contó, creo era un arpa folk, cítara noruega o harpeleik. Y su voz, hechizando al público con encantos norteños, ancestrales. A su derecha, su compañero pintaba los fondos con sintes varios, coloreando el espacio psíquico de la sala con esos sonidos psicodélicos que tan bien envuelven ese núcleo de folk frío de neblinas y orillas de mar en invierno.

En el disco, la clara voz de Ingvild suena muy bien, pero no llega a mostrar de verdad el poderío que tiene en directo: impresionante, cómo canta, qué voz tan bonita, trabajada, hábil y sugerente. Una voz que recorría la sala, subía de pronto la frecuencia vibratoria del lugar, captaba tu atención y la impulsaba por encima de los lugares acostumbrados, sacándote de tu estado rutinario de espectador pasivo y mostrándote un resquicio de la belleza del universo, atrapándote, comprometiéndote con la experiencia.


La pareja repasó el repertorio de The Sea con pulcritud y vida: las canciones se mantenían fieles al disco pero respiraban con vida propia, la del momento, enriquecidas con nuevos y distintos acompañamientos electrónicos, vibrantes con las luces destellantes del arpa folk, de fascinante, cautivadora sonoridad. Y presentaron tres nuevas canciones, adelanto del segundo disco de la anunciada trilogía, que dejaron buen sabor y ganas de más. Para mí, el momento más transportador del concierto vino con "The Sea", el tema más largo del disco: cuando su progresivo fluir desembocó en esas escenas de ensueño submarino, con el arpa envolviéndote en sus acordes acuáticos de reino de sirenas y la voz energética de Ingvild impulsándote a las alturas, desencadenó algo de verdad bonito, intenso y asombroso.

En conciertos así de íntimos e intensos, se siente ese algo que se comparte. Hay ahí seres humanos, vida y conciencia y aire y emoción y tantas cosas, todo compartido, sin límites. La música se vive como un fluir y un disfrute y no puedes decir sino gracias. Gracias a Phaedra por un concierto tan bonito, cálido y ensoñador. La noche fue mágica y reservaba bonitas sorpresas. Ella aportó su presencia y la belleza vino a nuestro encuentro.

[fotos: gracias lorena]

2 comentarios:

  1. algunos aullidos me recordaban a marissa nadler y otros a una mariee sioux a la europea. no he escuchado el disco pero coincido en que la canción "the sea" fue el cénit. las bases y sintes de las últimas canciones entretienen el oído pero me gustaba más el armazón medieval.

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  2. también veo alguna proximidad con marissa nadler; a mariee sioux no la conozco. a mí a veces su cantar me recuerda un poquitito también a algunas facetas de joanna newsom pero como más del norte. pero me parece que tiene una manera muy suya. de todas formas, para mí el punto más fuerte son las canciones: disco redondo.

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