viernes, 11 de enero de 2008

Tigrics, Synki


(Highpoint Lowlife, 2007)

El hombre tras el nombre Tigrics es el músico e ilustrador húngaro Róbert Bereznyei. En este su debut en Highpoint Lowlife, presenta una colección de piezas experimentales de gran complejidad que resultan, al mismo tiempo y en conjunto, extrañamente cálidas y acogedoras. Conviven aquí la electrónica de orientación al IDM, los elementos acústicos, las percusiones intrincadas y mínimas, el ambient y las grabaciones de campo, con pinceladas discretas de jazz. Gracias a la desconcertante originalidad e inventiva con que los ingredientes están distribuidos, no se hace nada fácil discriminarlos, y el resultado es un disco intrigante a la vez que de agradable musicalidad, de tal modo que a cada escucha va ganándose al oyente con suavidad, dosificando poco a poco sus secretos.

Mi impresión es que sobre todo el disco planea un motivo oculto, lo que quizá sería la causa de su coherencia y su misterioso atractivo: una suerte de aproximación electrónica a la naturaleza a través del canto de los pájaros. Entremezcladas con las grabaciones ornitológicas que de vez en cuando aparecen, parece como si esas estructuras microscópicas que se acercan a la improvisación tendieran a imitar a las aves o a entretejerse con su canto en un intento de fusión en el que no siempre resulta fácil distinguir entre los sonidos naturales, los modificados y los puramente artificiales.

Synki es un viaje onírico y surrealista, donde a las intrincadas secuencias de agitación rítmica les suceden espacios de calma y placidez como en extraños patrones de sueño. No es un ejercicio de complejidad laberíntica, ni de abstracción, ni de deconstrucción; no parece buscar claramente ni la luz ni la oscuridad, ni la placidez ni el desasosiego. Probablemente, algo de todo eso hay, pero quizá por encima de todo se trata de una búsqueda de la belleza análoga a la del ilustrador que llena con lápiz el vacío blanco del papel; el resultado es un paisaje expresionista donde no resulta fácil distinguir tonos emocionales claros o discursos lógicos. Es música experimental de alto nivel, una obra artística honesta y, en ciertos momentos, preciosa y evocadora. Altamente recomendable, difícilmente dejará frío a quien la escuche.

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