lunes, 14 de enero de 2008

Stars of the Lid, And Their Refinement of the Decline


(Kranky, 2007)

Son varios los obstáculos que a uno le pueden echar para atrás a la hora de afrontar el último trabajo de Stars of the Lid. Es un disco doble, de dos horas de música ambiental, sin ritmos ni grandes sorpresas. Puede resultar, en las primeras escuchas, una fórmula interesante pero diluida en un mar demasiado extenso; la larga duración y la monotonía son, a veces y según para qué oídos, casi inevitables fuentes de aburrimiento. No es menos cierto que la melancolía que parece recorrer toda la obra a primera vista puede cansar y desanimar a quien no le acabe de atraer el ambient más emocional.

Aun asumiendo la posibilidad de todo lo anterior, a medida que vas escuchándolo, dándole tiempo, puede que llegues a considerar que And Their Refinement of the Decline es un disco monumental. La electrónica más plácida se mezcla con las voces orgánicas de los instrumentos clásicos –cuerdas, vientos, piano– en una química sonora o una arquitectura musical mucho más interesante de lo que en un principio cabría suponer. Requiere, eso sí, tiempo, paciencia y tranquilidad. O una disposición especial. Uno acaba viendo que la extensión y la monotonía pueden ser, aquí, la forma de un océano donde nacen y mueren melodías hermosas, a veces dolorosas y siempre intensamente emocionales. Una extraña ley de oscilación gobierna en las mareas de esta obra, con oleajes que nacen, llegan a lo alto y caen con suavidad en la confusión de nuevos ascensos. No es del todo cierto que esta música sea triste, porque de la agonía se pasa a la paz y de las lágrimas al optimismo, y aunque hay pasajes sumamente melancólicos, otros brillan con destellos de serenidad. Las texturas recreadas aquí, por otra parte, son delicadas y hermosas; las composiciones, sobrias y bien estructuradas; el sonido, refinado y bien equilibrado en cuanto al juego entre lo orgánico y lo sintético.

En su particular búsqueda de la belleza, Stars of the Lid han creado una obra artística notable, grande y ciertamente bella. Por otro lado, da la impresión de que reproduce un mundo acuoso, un tono emocional lánguido, de tal forma que esta música puede resultar, en su ambigüedad, relajante, anestesiante, entristecedora o simplemente bella. Lo que determinará los efectos será, quizá, el estado de quien la escuche.

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