jueves, 3 de enero de 2008

Erstlaub, On Becoming An Island


(Highpoint Lowlife, 2007)

Erstlaub es pseudónimo de Dave Fyans, escocés que también ha firmado algunos trabajos como Daigoro. On Becoming An Island es un disco ambicioso de música electrónica donde Fyans explora densas atmósferas y territorios sonoros durante cuarenta y cuatro minutos ininterrumpidos. Pese a la larga duración de este único tema, que en otros casos resultaría en monótonos ejercicios de repetición, consigue cautivar al oyente desde el principio y transportarlo de viaje en una progresión hipnótica a través de paisajes increíblemente densos y ricos en texturas que despiertan la imaginación: cálidas mareas, vientos cósmicos, terrenos granulosos, superficies burbujeantes... Tienen una presencia casi táctil.

Para recrear el viaje, el autor ha trabajado exclusivamente con el sintetizador Nord Modular G2, que emula los sonidos analógicos de los sintetizadores clásicos. Quizá en parte por esta razón, pese a ser un álbum de factura digital, me recuerda poderosamente, más que ninguna otra obra electrónica reciente que conozca, a los grandes trabajos producidos en los años setenta por artistas como Tangerine Dream y Klaus Schulze; también, por otro lado, debido a lo evocador que me resulta este disco, que se me antoja alejado de los parámetros generales de muchas de las producciones del ambient actual. En este sentido, On Becoming An Island me parece frío y oscuro, azul como la portada, pero no exactamente melancólico; me resulta más una suerte de odisea espacial que una recreación en estados anímicos. No obstante, debido a su cualidad casi hipnótica, parece ser capaz de arrastrar al oyente a ciertas profundidades inquietantes. En efecto, tal como sugiere el título y ha dicho el autor, parte de la inspiración para su creación ha surgido de la soledad y el aislamiento, y da la impresión de que los espacios que recorre son psíquicos a la vez que de otro planeta.

Este disco revela a un compositor electrónico de talento, que por cierto sabe recrear un viaje. Si tienes la disposición adecuada, logra cautivar por completo la atención, de forma que uno se ve inmerso en un fascinante vuelo a través de vastos territorios imaginarios, para sólo emerger al cabo de tres cuartos de hora de experiencia musical, que pasan en un suspiro.

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