Centro Cultural CAI de Pº de las Damas, Zaragoza. Eran las 20:30 h. del viernes 18 de enero de 2008 y el salón, totalmente lleno, esperaba la llegada de los músicos del grupo aragonés O’Carolan, que venían a presentar su tercer disco, El reloj secreto. El escenario, de momento, estaba habitado en silencio por los instrumentos; destacaba, naturalmente, el arpa, cuyas bellas formas anunciaban buenos augurios, y también un violonchelo inesperado. Por fin llegaron, y como siempre fue un placer hallarse en su compañía. Pilar Gonzalvo al arpa irlandesa, Susana Arregui al violín y el nyckelharpa, Julián Ansuategui al bodhran y percusiones, Miguel Ángel Fraile a las flautas y gaita, Jesús Acero al bouzouki y gaitas, Chema Arcarazo a la guitarra acústica y una invitada especial al violonchelo. La acústica del recinto era sorprendentemente buena y se veía perfectamente a todos los músicos desde cualquier asiento. La noche estaba cargada de promesas.
Como es habitual, Miguel Ángel Fraile aportó sus cálidas palabras a la hora de presentar temas y contar anécdotas, contribuyendo a crear un ambiente intimista, agradable y familiar que, por lo demás, viene ya dado por las buenas vibraciones que siempre transmite el grupo. Creo que, viviendo uno de sus conciertos, queda claro que son músicos que aman de verdad la música que tocan, que disfrutan y hacen esto por amor a la música, y eso se nota. A medida que avanzaba el concierto, se percibía la creciente entrega de un público que no podía evitar quedar enamorado por el sonido maravilloso del arpa de Pilar Gonzalvo o la interpretación llena de sentimiento de Miguel Ángel a las flautas. Todos los músicos estuvieron enormes, individualmente y en conjunto, combinando su maestría técnica con el amor, el sentimiento y la armonía con que fluía la música. Todos los temas que tocaron resultaron preciosos y encantadores, tanto los nuevos como los viejos. Su música, desnuda de artificios modernos, es un vivo fluir, una actualización de la música tradicional, que es intemporal y nunca pasa de moda; se nutren del repertorio del arpista ciego Turlough O’Carolan, que concilió lo celta y lo barroco, pero también de otras tradiciones –hubo una canción de origen judío, que no desentonó ni lo más mínimo– y de composiciones propias. Interpretaron todas o casi todas las canciones del nuevo disco así como algunas de las más representativas de los anteriores; de éstas, no faltaron la preciosa "El sueño de O’Carolan" ni "Ladyllon", por poner dos ejemplos de su estupendo álbum de 2004, La Llave de los Sueños. Los aplausos al final de cada tema eran cada vez más sonoros; cuando el concierto acabó, revelaban amor y pedían más. Ellos se volvieron a sentar para regalar un par de bises, que culminaron en un emocionante final en el que el público se levantó de los asientos, totalmente entregado, para agradecer con una impresionante ovación lo que fue un concierto maravilloso. A la salida, había cola para comprar el CD y firmar en el libro de visitas del grupo. El éxito, total, se evidenciaba en la sonrisa que a todos nos había aflorado a la cara.
Es un auténtico privilegio poder asistir a una gozada de concierto como éste, tan hermoso y conmovedor, y contar con la presencia de un grupo como O’Carolan, que nos regala música que alegra el alma. ¡Gracias!
domingo, 20 de enero de 2008
lunes, 14 de enero de 2008
Stars of the Lid, And Their Refinement of the Decline
(Kranky, 2007)
Son varios los obstáculos que a uno le pueden echar para atrás a la hora de afrontar el último trabajo de Stars of the Lid. Es un disco doble, de dos horas de música ambiental, sin ritmos ni grandes sorpresas. Puede resultar, en las primeras escuchas, una fórmula interesante pero diluida en un mar demasiado extenso; la larga duración y la monotonía son, a veces y según para qué oídos, casi inevitables fuentes de aburrimiento. No es menos cierto que la melancolía que parece recorrer toda la obra a primera vista puede cansar y desanimar a quien no le acabe de atraer el ambient más emocional.
Aun asumiendo la posibilidad de todo lo anterior, a medida que vas escuchándolo, dándole tiempo, puede que llegues a considerar que And Their Refinement of the Decline es un disco monumental. La electrónica más plácida se mezcla con las voces orgánicas de los instrumentos clásicos –cuerdas, vientos, piano– en una química sonora o una arquitectura musical mucho más interesante de lo que en un principio cabría suponer. Requiere, eso sí, tiempo, paciencia y tranquilidad. O una disposición especial. Uno acaba viendo que la extensión y la monotonía pueden ser, aquí, la forma de un océano donde nacen y mueren melodías hermosas, a veces dolorosas y siempre intensamente emocionales. Una extraña ley de oscilación gobierna en las mareas de esta obra, con oleajes que nacen, llegan a lo alto y caen con suavidad en la confusión de nuevos ascensos. No es del todo cierto que esta música sea triste, porque de la agonía se pasa a la paz y de las lágrimas al optimismo, y aunque hay pasajes sumamente melancólicos, otros brillan con destellos de serenidad. Las texturas recreadas aquí, por otra parte, son delicadas y hermosas; las composiciones, sobrias y bien estructuradas; el sonido, refinado y bien equilibrado en cuanto al juego entre lo orgánico y lo sintético.
En su particular búsqueda de la belleza, Stars of the Lid han creado una obra artística notable, grande y ciertamente bella. Por otro lado, da la impresión de que reproduce un mundo acuoso, un tono emocional lánguido, de tal forma que esta música puede resultar, en su ambigüedad, relajante, anestesiante, entristecedora o simplemente bella. Lo que determinará los efectos será, quizá, el estado de quien la escuche.
viernes, 11 de enero de 2008
Tigrics, Synki
(Highpoint Lowlife, 2007)
El hombre tras el nombre Tigrics es el músico e ilustrador húngaro Róbert Bereznyei. En este su debut en Highpoint Lowlife, presenta una colección de piezas experimentales de gran complejidad que resultan, al mismo tiempo y en conjunto, extrañamente cálidas y acogedoras. Conviven aquí la electrónica de orientación al IDM, los elementos acústicos, las percusiones intrincadas y mínimas, el ambient y las grabaciones de campo, con pinceladas discretas de jazz. Gracias a la desconcertante originalidad e inventiva con que los ingredientes están distribuidos, no se hace nada fácil discriminarlos, y el resultado es un disco intrigante a la vez que de agradable musicalidad, de tal modo que a cada escucha va ganándose al oyente con suavidad, dosificando poco a poco sus secretos.
Mi impresión es que sobre todo el disco planea un motivo oculto, lo que quizá sería la causa de su coherencia y su misterioso atractivo: una suerte de aproximación electrónica a la naturaleza a través del canto de los pájaros. Entremezcladas con las grabaciones ornitológicas que de vez en cuando aparecen, parece como si esas estructuras microscópicas que se acercan a la improvisación tendieran a imitar a las aves o a entretejerse con su canto en un intento de fusión en el que no siempre resulta fácil distinguir entre los sonidos naturales, los modificados y los puramente artificiales.
Synki es un viaje onírico y surrealista, donde a las intrincadas secuencias de agitación rítmica les suceden espacios de calma y placidez como en extraños patrones de sueño. No es un ejercicio de complejidad laberíntica, ni de abstracción, ni de deconstrucción; no parece buscar claramente ni la luz ni la oscuridad, ni la placidez ni el desasosiego. Probablemente, algo de todo eso hay, pero quizá por encima de todo se trata de una búsqueda de la belleza análoga a la del ilustrador que llena con lápiz el vacío blanco del papel; el resultado es un paisaje expresionista donde no resulta fácil distinguir tonos emocionales claros o discursos lógicos. Es música experimental de alto nivel, una obra artística honesta y, en ciertos momentos, preciosa y evocadora. Altamente recomendable, difícilmente dejará frío a quien la escuche.
domingo, 6 de enero de 2008
Murcof, Cosmos
(Leaf, 2007)
El mexicano Fernando Corona compuso ya en 2002, con su álbum de debut Martes, un disco al menos notable, y que algunos consideran una de las cumbres de la experimentación electrónica de la década de 2000. Combinó la música clásica y la electrónica en un ejercicio de síntesis y minimalismo que jugaba con los sonidos electrónicos, los instrumentos clásicos, los ritmos mínimos y los silencios con gran discreción y un notable sentido de la medida, resultando un disco elegante y sereno, simple a la vez que complejo, repleto de originalidad, que le confirmó como uno de los músicos electrónicos más respetados e influyentes de su generación.
Tras cinco años de camino a través de Utopia y Remembranza, llega Cosmos, una obra más ambiciosa y épica donde Corona, partiendo de un sonido propio fraguado y reconocible, explora dimensiones más amplias sin perder la elegancia que le caracteriza a la hora de crear composiciones delicadas donde cada tono llega en su justo momento. Aquí hay melodías austeras con ritmos discretos en paisajes sosegados, cargados de sensibilidad; en esta línea, "Cielo" y "Cometa" son los temas más rítmicos y previsibles, los más cercanos a sus anteriores trabajos. Lo épico, lo novedoso, se desarrolla en el resto de las piezas: "Cuerpo Celeste", con su órgano y su ambiente de vacíos cósmicos, abre el disco con solemnidad como la introducción de una space-opera; las dos partes de "Cosmos" despliegan un ambient de ciencia-ficción de reverberantes intensidades sinfónicas. Con "Oort", se toma su tiempo a lo largo de doce minutos para cerrar el disco entre la calma y la oscuridad de ignotos abismos siderales.
Cosmos es una obra ambiciosa que apunta a la grandiosidad de lo épico y lo orquestal sin perder el sentido de la medida marca de la casa. El tono es oscuro y el clima frío, cierto, pero la sensibilidad de la música de Murcof, en mi opinión, no llega nunca a dejarse deslizar del todo en las simas de la melancolía; antes bien, las composiciones de Cosmos resultan calmas y reflexivas, hipnóticas, evocadoras y ambientales.
jueves, 3 de enero de 2008
Erstlaub, On Becoming An Island
(Highpoint Lowlife, 2007)
Erstlaub es pseudónimo de Dave Fyans, escocés que también ha firmado algunos trabajos como Daigoro. On Becoming An Island es un disco ambicioso de música electrónica donde Fyans explora densas atmósferas y territorios sonoros durante cuarenta y cuatro minutos ininterrumpidos. Pese a la larga duración de este único tema, que en otros casos resultaría en monótonos ejercicios de repetición, consigue cautivar al oyente desde el principio y transportarlo de viaje en una progresión hipnótica a través de paisajes increíblemente densos y ricos en texturas que despiertan la imaginación: cálidas mareas, vientos cósmicos, terrenos granulosos, superficies burbujeantes... Tienen una presencia casi táctil.
Para recrear el viaje, el autor ha trabajado exclusivamente con el sintetizador Nord Modular G2, que emula los sonidos analógicos de los sintetizadores clásicos. Quizá en parte por esta razón, pese a ser un álbum de factura digital, me recuerda poderosamente, más que ninguna otra obra electrónica reciente que conozca, a los grandes trabajos producidos en los años setenta por artistas como Tangerine Dream y Klaus Schulze; también, por otro lado, debido a lo evocador que me resulta este disco, que se me antoja alejado de los parámetros generales de muchas de las producciones del ambient actual. En este sentido, On Becoming An Island me parece frío y oscuro, azul como la portada, pero no exactamente melancólico; me resulta más una suerte de odisea espacial que una recreación en estados anímicos. No obstante, debido a su cualidad casi hipnótica, parece ser capaz de arrastrar al oyente a ciertas profundidades inquietantes. En efecto, tal como sugiere el título y ha dicho el autor, parte de la inspiración para su creación ha surgido de la soledad y el aislamiento, y da la impresión de que los espacios que recorre son psíquicos a la vez que de otro planeta.
Este disco revela a un compositor electrónico de talento, que por cierto sabe recrear un viaje. Si tienes la disposición adecuada, logra cautivar por completo la atención, de forma que uno se ve inmerso en un fascinante vuelo a través de vastos territorios imaginarios, para sólo emerger al cabo de tres cuartos de hora de experiencia musical, que pasan en un suspiro.
martes, 1 de enero de 2008
Geir Jenssen, Cho Oyu 8201m
(Ash, 2006)
Las grabaciones de campo de su expedición en el Tíbet trascienden, en mano de Geir Jenssen, el nivel de lo documental, y se convierten de verdad en una experiencia sonora y musical sorprendentemente satisfactoria. Uno de los trabajos más logrados, a mis oídos, del hombre de Biosphere, y una obra que, para mí, puede codearse tranquilamente con lo mejor del ambient de los últimos años.
Biosphere, Dropsonde
(Touch, 2006)
El ambient "ártico" de Geir Jenssen destaca siempre por su calidad y por la habilidad de su autor para jugar con tonos fríos sin caer del todo en la melancolía o la oscuridad. Aquí sus drones se revisten felizmente de bases jazzísticas, dando lugar a un disco brillante donde lo orgánico del ritmo da una vida especial a lo sintético. Hay, además, una gran riqueza de sonidos y grabaciones en un segundo plano que al principio no se hace notar, y una cualidad melódica que no se observa en trabajos anteriores. Extremadamente fino y original, posiblemente sea el momento más alto de Biosphere desde el admirable, inagotable Substrata.
Prefuse 73, Preparations
(Warp, 2007)
Preparations es, en mi opinión, una colección de composiciones de gran calidad que, partiendo de una base previa de hip-hop instrumental entretejido de samples e instrumentos clásicos, trascienden la etiqueta y proveen de un rato de disfrute poco habitual. Música de tono luminoso y optimista, a veces hedonista, de fácil asimilación al tiempo que experimental, intrincada y compleja. El disco extra, Interregnums, continúa explorando la música clásica que subyace a Preparations, ahora desnuda del componente electrónico, ¿en busca de nuevos caminos?
Colleen, Les ondes silencieuses
(Leaf, 2007)
La musa francesa abandonó la electrónica y las cajas de música para adentrarse en un ejercicio personal e introspectivo de exploración de lo acústico, donde la música de cámara y lo experimental dan lugar a algo nuevo: una obra sencilla, desnuda de artificios, reposada y minimalista, de gran calidad, que va revelando su gran belleza poco a poco, a cada escucha. Una preciosidad.
Deerhoof, Friend Opportunity
(Kill Rock Stars, 2007)
El rock deconstruido y vuelto a montar con un saber hacer que asombra por la armonía y la musicalidad del puzzle final. Energía, luminosidad y optimismo recorren este collage de noise guitarrero y art-pop multicolor, directo y experimental a un tiempo. Como si una obra maestra del rock progresivo se hubiera fracturado en canciones pegadizas de tres minutos. Imposible resistirse a su encanto.
Akron/Family, Love Is Simple
(Young God, 2007)
El disco es más ambicioso y elaborado que sus trabajos previos, pero conserva la esencia y la energía de siempre, alcanzando nuevas cotas de excelencia en algunos puntos. La fórmula de inicio es la misma: libertad y exploración desde un free folk muy suyo; desde ahí, trascienden etiquetas y suenan a grandes referencias y, ante todo, a sí mismos. Un disco muy vital, lleno de energía y optimismo, en el que siguen cantando al amor, del que tan bien han aprendido a combinar lo simple y lo complejo, y apasionan.
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