lunes, 23 de abril de 2007

Thomas Strønen, Pohlitz


(Rune Grammofon, 2006)

Thomas Strønen es uno de los más prolíficos percusionistas de Noruega, curtido en la escena del jazz vanguardista escandinavo y conocido por su presencia en Food y Humcrush, entre otros proyectos colaborativos.

En Pohlitz, su primer álbum en solitario, aborda una exploración hasta el límite de las posibilidades de la percusión desde distintos ángulos: sonidos acústicos y electrónicos, influencias modernas y tradicionales. En la música que ha creado resuenan ecos del minimalismo de Steve Reich, la obra de Arne Nordheim o las percusiones africanas. Y ante todo y como base del álbum, la música de gamelán, un tipo de conjunto instrumental indonesio que utiliza metalófonos, xilófonos, tambores y gongs.

Strønen experimenta, improvisa, combina y da forma al maremágnum de partículas de sonido, tintineantes notas percusivas con que trabaja, poniendo el énfasis en la musicalidad, la armonía y la melodía. Las más variadas campanitas sampleadas, gongs, piano preparado y toda clase de percusiones pasan por un proceso electrónico de construcción en el que no juegan un papel menor los silencios, las ausencias, los toques impredecibles con que juega el autor en los instantes adecuados.

El disco dura cuarenta minutos, que pasan volando a lo largo de ocho composiciones complejas y accesibles al mismo tiempo, delicadas, fascinantes, de diversas tonalidades cuya riqueza, como sus microscópicas pinceladas y resonancias, se aprecia en escuchas sucesivas como una experiencia sonora siempre nueva, pues aquí es esencial la atención perceptiva del oyente. El resultado del trabajo de Strønen es rico, equilibrado y sorprendentemente humano, un ejercicio experimental donde la técnica se reviste de un aire seductor de espontaneidad y frescura.

[escucha en boomkat / pohlitz en rune grammofon]

sábado, 21 de abril de 2007

Belle and Sebastian, The Life Pursuit


(Rough Trade, 2006)

Desde que empieza a sonar "Act Of The Apostle", el tema que abre este disco, los Belle and Sebastian atrapan la atención del oyente y no la sueltan hasta pasado un buen rato. Son unos maestros de la inmediatez pop, y lo demuestran en una colección de canciones que brillan por sí solas. Las referencias apuntan al pop británico de siempre y el producto es el habitual: canciones artesanales, redondas, de gran fuerza y con un acabado impecable. Ésa es su especialidad y no defraudan en su terreno. No obstante, la tonalidad es diferente a la de algunas obras anteriores: la luz que reflejan estas melodías es la de las primeras horas del día. "Another Sunny Day", además de una canción preciosa y particularmente efectiva, da una muestra bastante aproximada de los colores del disco: vibraciones positivas y ánimo alto.

Es difícil mantener el nivel que marcan los dos primeros temas y alguna otra joya como "Dress Up In You", y sin duda hay altibajos bastante pronunciados que hacen pensar que, a pesar de contar con una estructura bastante bien ensamblada, quizás habría sido preferible prescindir de alguna pieza. The Life Pursuit es, a pesar de todo, un tratado de pop irreprochable, soleado y optimista cuya fuerza reside en sus canciones directas que, en un momento dado, quizá sean capaces de alegrar un día gris, de ésos tan frecuentes en la tierra de los de Glasgow.

viernes, 20 de abril de 2007

Camera Obscura, Let's Get Out of This Country


(Elefant, 2006)

Es el disco que acabó con las comparaciones, lo cual ha de haber supuesto para los Camera Obscura algo así como una liberación. Aun no siendo un gran conocedor de la discografía de Belle and Sebastian, no creo que me equivoque al no encontrar tras la bonita portada de la chica de la camisa verde (¿o azul?) ningún rasgo que remita directamente a aquéllos. Precisamente, una de las cualidades más notables de este disco es, en mi opinión, ese sonido propio que han conseguido, fácilmente identificable, que no se presta a comparaciones directas con nadie. Los escoceses han sabido destilar su propio rock, de alta calidad y sabor añejo.

Diez pistas, diez canciones bonitas. Pocas veces se encuentra un disco de pop fresco y directo tan consistente y satisfactorio como éste. Las claves: melodías perfectas, los instrumentos dibujando paisajes trémulos de acuarela, ese hammond soñador, la voz dulce y confiada de Tracyanne Campbell llevándose tu corazón de viaje y tocando las fibras adecuadas en los momentos precisos, una producción impecable, como de otro tiempo, con reminiscencias de los cincuenta, toques de soul, country, folk y un sabor intenso a inocencia, a la pureza y la exaltación de los corazones adolescentes arrebatados, a la ingravidez de los enamorados. Canciones como "Lloyd, I’m Ready To Be Heartbroken" son de ésas que puedes escuchar mil veces y aún te emocionan. Hay pocas cuyo sonido evoque sentimientos de ternura y romance sin que resulten insípidas o depresivas. Este disco está lleno de ellas, resultando maduro, tranquilo, visiblemente trabajado. Transpira una clara confianza y una serenidad sorprendente con encanto, magia, delicadeza y calidad en una mezcla estimulante de cinco décadas de simplicidad pop.

Premiata Forneria Marconi, Stati di immaginazione


(Sony, 2006)

No es frecuente que un grupo clásico de la historia del rock entre en el estudio a los treinta y cinco años de su formación y salga con una obra al nivel de sus cumbres clásicas y que suene actual al mismo tiempo. Parece que Premiata Forneria Marconi lo han hecho.

Stati di immaginazione es un disco instrumental de ocho temas compuestos con madurez e interpretados con pulcritud. Su gran calidad, su tono despreocupado, reposan en la tranquila sabiduría que confieren el tiempo y la experiencia. Se nota el amor de los músicos por lo que hacen. La música fluye, sin límites ni miedos ni etiquetas. Creatividad desbordante, virtuosismo sabiamente dosificado, potencia contenida y delicadeza sostenida en unos cimientos compactos, una seguridad profunda que nace de la libertad. Y seguro que ayuda la edad.

Complejidad, buen humor, guitarras polifacéticas, vibráfonos, un bajo que se va de paseo por el jazz, la magia del hammond y el moog, y mucho más. En la era del post-rock, ellos hacen música como saben. Y qué bien sabe. La imaginación al poder.

sábado, 14 de abril de 2007

Neko Case, Fox Confessor Brings the Flood


(Anti, 2006)

El confesor de zorros, que da título al disco y a una de las canciones, es un personaje de los cuentos folclóricos de Ucrania y Rusia. La portada y los vídeos beben de la iconografía de los cuentos infantiles. Sin duda, el espíritu del folk y los cuentos de hadas tienen algo que ver con este disco de la cantautora estadounidense, cuarto en su haber. En él, se aúnan el sonido country y el rock volando más allá de aquello del country alternativo y demás etiquetas gracias al gran talento de la compositora y su personal impronta, tan especial. Un álbum donde resuenan ecos de Angelo Badalamenti y se extiende la sombra de David Lynch. Donde la lírica explora paisajes surrealistas y un misterio impregna cada canción con ambigüedad estudiada.

La musa pelirroja, que otrora militara en bandas punk, cuenta historias con esa voz íntima, cansada, campestre que enamora. Encandila con sus guitarras destellantes, sus melodías como naufragios entre la melancolía y la libertad de espíritu. Nanas de sabor tradicional, baladas fascinantes entre la luz y las tinieblas, psicodelia y hasta un himno popular religioso es capaz de abordar con entereza. No hay una canción que desentone con el conjunto, pero "Hold On, Hold On" resalta como una de las más enérgicas y evocadoras de 2006. Un disco claroscuro, onírico, cautivador.

jueves, 12 de abril de 2007

Svalastog, Woodwork


(Rune Grammofon, 2006)

Per Henrik Svalastog, veterano de la escena electrónica escandinava, encontró un día entre las cosas de su abuelo una vieja cítara noruega y decidió dar un paso decisivo en su exploración musical. "De la electrónica a la música folk. Volver a los orígenes. Tradición y naturaleza", se dijo. De modo que comenzó a experimentar y a improvisar con instrumentos arcaicos como un Bukkehorn (un cuerno de carnero) y el Harpeleik ya citado.

Sobre la base acústica de estos instrumentos tradicionales, el autor elaboró un trabajo brillante en el que los sonidos arcaicos, procesados por ordenador, componen un conjunto armónico de piezas hipnóticas y delicadas con una gran belleza y energía. Las melodías van surgiendo por sí solas como variaciones de un mismo tema, a través de unos patrones rítmicos tribales, sencillos y discretos, que recuerdan la precisión de un metrónomo. Juegan un papel vital los silencios, los toques inesperados, delicados, las texturas luminosas, naturales. El resultado es un conjunto de composiciones que dan la sensación de ser repeticiones de una melodía básica, subyacente a la diversa totalidad del disco. Cada uno de los diez temas aporta un matiz distinto a la visión global de un todo orgánico que se aprecia en su justa medida en varias escuchas completas y atentas.

Woodwork es un disco redondo de música experimental, original y agradable. Su tono sereno, tranquilo y natural evoca los bosques noruegos con la efectividad de los buenos experimentos electroacústicos y encandila poco a poco, a cada escucha, sin prisa pero con la precisión rítmica de un reloj o del goteo de la lluvia.