miércoles, 27 de marzo de 2013

Reverend Bizarre, III: So Long Suckers



(Spikefarm, 2007)

La tercera gran obra de Reverend Bizarre, el retorno al vacío del que surgieron, el último sagrado sermón sobre la oscuridad, el arte y la muerte. Espectacular. No podrían haber cerrado el ciclo de una forma más majestuosa. Era difícil imaginar esto después del segundo álbum, Crush the Insects, tan puritano, clasicista y directo. Aquí lo que hay sigue siendo una lección magistral de Doom tradicional, pero con el nivel de grandiosidad y épica elevado al máximo, y un tono experimental nunca antes llevado tan lejos. No es de extrañar, dado que es un final deliberado, un sacrificio y un cierre, una muerte que había de ser épica, para un proyecto, o misión, que revitalizó un género con una fuerza y una personalidad fuera de lo común. El final tenía que ser a lo grande, y pusieron toda la energía en el esfuerzo.

Son dos discos de una hora cada uno, y no sobra ni un minuto. Se toman su tiempo para desgranar ad infinitum sus pesadas composiciones, a veces lentas como marchas fúnebres de un mundo denso y gris, otras aceleradas con los ritmos energéticos de repetitivos mantras guitarreros. Hay un progreso visible desde el trabajo anterior en las habilidades técnicas mostradas por los tres miembros de la banda, o más que un progreso, un salto: todos ellos brillan como nunca antes, sacando de sus instrumentos mucho más de lo que uno esperaría en el género, recreando a veces un cierto espíritu de jam pero a su modo sosegado y tétrico, casi jazzístico, donde la batería y especialmente el bajo, como en general en todo el disco, son los principales protagonistas. De igual forma, Albert canta con una mayor amplitud de registros, y su impresionante voz de tenebroso predicador te hiela los huesos con su vibrato, y vuelve a emocionar y a transmitir como en esa gran obra maestra que es In the Rectory of the Bizarre Reverend, su inspiradísimo debut. Ciñéndose a su propio dogma, a lo que son capaces de hacer dentro de los límites marcados por el lenguaje elegido y sus instrumentos, llegan hasta las últimas consecuencias, en un disco que vibra con el amor depositado en su confección. El resultado es una obra de arte, desde la hermosísima portada, pasando por cada una de las canciones, un monumento cada una de ellas, hasta los últimos sonidos escondidos de ultratumba, que parecen sugerir una transición a otro mundo, donde el Reverendo Bizarro sigue acaso tocando ante una audiencia incorpórea, cuyos ecos nos llegan distorsionados como a través del velo de la muerte.

Oscuridad, blues, psicodelia, el espíritu del hard rock de los 70, todo ello vivido y bebido en las fuentes, y hecho carne en la forma de un Doom metal apocalítico y tradicionalista no carente de sentido del humor y autoironía, Reverend Bizarre se convirtieron en leyenda y dieron fin a su fascinante carrera con este tremendo disco que revela a unos músicos en la cumbre de su inspiración e interacción como banda. Asusta pensar lo que podrían haber hecho de haber continuado. Nunca lo sabremos, pues fue un final definitivo, como desde entonces se han encargado de dejar bien claro. Quién sabe, sin embargo, si habrá renacimiento tras esa muerte. En todo caso, nos queda el apabullante testamento de una banda que es ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se explora la creatividad con entrega a unos límites concretos y definidos. Doom what thou wilt!

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