(Inner Islands, 2014)
Mi año musical empezó con este bonito disco, de un artista que sólo conocía por algunas canciones sueltas que brillaban como gemas. La portada me resulta un tanto enigmática por el contraste entre el gris de ese paraje al parecer desértico, y una música nada gris, evocadora, para mí, de paisajes de agua y vegetación. Y el símbolo, ¿es el de la paz invertido, o la runa Algiz en un círculo? ¿En busca de algo espiritual? No sé, dejémoslo en algo indefinido, como su presentación: "A collection of songs written and recorded for someone, something or somewhere."
En mi mundo particular de asociaciones, resuena el recuerdo de los Animal Collective más folk y extáticos, y los bucles gozosos de Stag Hare, y las vibraciones de paz y amor que en general emana el catálogo de maravillas de Inner Islands. Guitarra acústica y eléctrica, voces juguetonas o indolentes o sedantes o celestes, tono de relajación y disfrute, melodías suaves, armonía, eufonía, drone, field recordings, tranquilidad. Especiales, en las primeras escuchas, suenan "Love Song For Seven Sisters" y sobre todo "Return To The River": ese drone infinito de paraísos de ensueño y percusión sosegada que tanto nos gusta. ¡Ah!, y esas flautas lánguidas y misteriosas del mundo sutil que suenan de fondo tras la guitarra terrenal de "Pine" y su despliegue de energías interdimensionales en pleno bosque. En fin, un disco agradable, bello y amoroso para acompañar febrero con música de frecuencia vibratoria alta e intención positiva.